Cuando los tests no molaban

Siempre que me pongo a estudiar, si hay algo que recuerdo con especial respeto es el momento de la evaluación. Y por lo que me cuentan no soy el único: Por muy preparado que lo lleves, la incertidumbre de las preguntas y la tensión de lo que pones en juego hace que las mariposas en el estómago revoloteen sin control. Y no es por amor, precisamente. Con esos nervios no hay quien evalúe lo que realmente uno sabe.

Por ese mismo motivo hace ya varios meses decidimos poner delante un reto: Sabíamos que se puede aprender jugando pero… ¿Es posible hacer divertido el acto de evaluar? A primera vista parecían dos términos incompatibles, pero también pasa lo mismo con diversión y trabajo ¿no?.

De todas las posibles evaluaciones, nos decantamos por el test, porque… ¿Quién no ha hecho un test en su vida? Los podemos encontrar en la capacitación profesional, en las encuestas de satisfacción de los restaurantes, en las revistas de moda… Hacer un test es fácil y aporta información útil. Ahora bien, un test es una herramienta que tiene el superpoder de hacer patente toda tu sabiduría o toda tu ignorancia. A nadie le gusta lo segundo, así que había que hacerlo divertido sin que perdiese su rigor informativo.

Por supuesto la estética iba a ser importante, pero siendo una empresa tan preocupada por la pedagogía, teníamos que buscar algo más. Como en las buenas recetas, decidimos añadir a nuestro test una capa de sana competición: Tú haces un test, y además retas a otro de los jugadores de Questium para que en el plazo máximo de 72 horas responda a las mismas preguntas y te supere en resultado (bueno, tú le retas esperando que NO te supere, claro).

La lucha de talentos está servida, pero aún podemos darle unas vueltas de tuerca más: ¿Y si cada pregunta tuviese una cuenta atrás? ¿Y si ganases puntos de experiencia con los que subir niveles? ¿Y si pudieses crear grupos de amigos y retarles? ¿Y si te pudiesen pedir la revancha? ¿Y si os ponemos a todos en un ranking para ver quién es el más crack?... Diversión tanto a nivel individual como grupal, para todo tipo de jugadores, tocando motivaciones tan importantes como el crecimiento personal o el status.

Teníamos un producto para evaluar, con una pedagogía sólida y con un modelo lúdico prometedor… ¿Funcionaría? Había que probarlo.

Ojo lector, que ahora viene en este post la sección para hemisferios izquierdos, lógico analíticos y numéricos: En apenas 7 días de uso, encontramos un promedio de mejora de aciertos del 5-7%, con gente jugando mayoritariamente en fines de semana y fuera de la jornada laboral / escolar, ¿cuánta gente hace eso con algo que no disfrutan?). Y este patrón se ha repetido sin importar edad, género o contenido a evaluar. Estamos encantados, porque en promedio la gente realiza los test 10 veces más que en un proceso “normal”, donde solo lo harían una sola vez. Y encima te piden más.

Llevamos ya varios meses probando, y Questium funciona. Hace que la gente “juegue” (haga evaluaciones) más veces y vale para evaluar todo tipo de conocimientos: Desde la empresa que quiere ver si sus empleados están a la última en cultura corporativa, hasta el profesor de la ESO que quiere analizar el nivel de sus chavales en Ciencias Sociales, pasando por el fan del CAI Zaragoza (alguno quedamos), el opositor a Policía o el técnico que busca la capacitación profesional.

Jugando a Questium siempre ganas, incluso cuando fallas. Y no solo eso: Cada batalla de Questium te abre la puerta a más conocimiento, a más amigos, quizás incluso a obtener un nuevo objetivo o a lograr un nuevo reto con el que finalizar tu colección de medallas (¿No te había dicho que hay medallas?).

¿Es el trabajo y la diversión incompatibles? Nosotros nos lo hemos pasado en grande trabajando en la creación de una app para evaluar y disfrutar. Seguimos teniendo que hincar codos, pero ahora vemos el momento del examen con otros ojos… y con otro estómago.

¿No te gustan los test? Entonces eres de los míos: Practica Questium.